jueves, 1 de marzo de 2012

Tus heridas




Como siempre sucede en la vida, las sincronicidades , si te hallas alerta y bien despierto, acaban tomando forma física… acaban sucediendo constantemente y se repiten con mayor frecuencia si crees en ellas y si tú pides al Universo que se produzcan, es decir, si te comprometes a “verlas”.

Últimamente no escribía en mi blog, demasiadas personas han sido testigo de mis actos, de mis pensamientos y de mis últimos cambios en la vida y no pretendía alimentar sus ansias de saber y conocer..pero ha bastado una palabra, un gesto, que me ha devuelto la fe y siento que es hora de retomarlo, de volver a la acción, de volver a contarle al mundo las últimas reflexiones de este “pequeño” ser humano.

Dicho lo anterior, quería compartir con vosotros algo que he sentido en los últimos días….desde que he participado en un ritual de Ayahuasca, los cambios en mi vida y las señales se aceleran y, como le explicaba a Eva, la diferencia es que yo antes creía en determinadas cosas, ahora, las sé.

Sé de lo arriesgado de decir que he participado en un ritual de Ayahuasca por las connotaciones peyorativas que conlleva…que si es una droga, que si se trata de un alucinógeno…en fin, miles de discursos que si llego a escuchar con atención antes de participar en la ceremonia seguramente me hubieran frenado (todavía más si cabe) a la hora de decidir acudir.

El caso es que, para mí, ha supuesto un renacer, un saberme viva de otra forma, un darme cuenta empíricamente de que todo en lo que yo creía o que, de alguna manera, intuía, estaba ahí y era cierto. Conecté con mis guías, vi vidas pasadas, algunas muy antiguas, otras, no tanto, comprendí miles de “problemas” o características de mi personalidad que no habría visto de otra forma….fue todo un compendio de lecciones diversas en tan sólo seis horas.

Una de las cosas que comprendí (y créeme que ahora, para mí, el verbo comprender ha adquirido una nueva dimensión), fue que es imprescindible mostrar tu herida…es imprescindible porque es la única manera de curarla, de sanarla.

Sé bien que duele abrirla, sé que cuando algo nos duele, lo más humano es cerrar la puerta, dejar el agua correr y que la vida y el viento se lleve el dolor y la angustia que produce la situación, la persona, el hecho…pero, aunque si bien es humano , como digo, y es lícito, eso no sana.

Hace poco presencié con verdadero estupor como una médico de la seguridad social recomendaba a una amiga que: “no se preocupe usted, si lo que tiene, no tiene cura, lo que nos importa es tratar los síntomas, sólo los síntomas, es decir, lo que nos preocupa es que a usted no le duela, no se queje…tome este medicamento y este analgésico, así, lo mantenemos a raya.” Me dejó absolutamente estupefacta y sin palabras.

Mi teoría parte de todo lo contrario, ve al foco del dolor, busca la causa, el origen ya que solamente así podrás verdaderamente sanar, y hacer que, de ahí en adelante, la herida no sangre, no duela, pero no porque hayas creado un “parche”, un sistema artificial que mantenga tu mente y tus emociones enmudecidas, sino porque efectivamente habrás hallado la fuente del conflicto.

Muchas veces esas heridas requieren de otra persona…es decir, la situación que produce dolor no se arreglará si no enfrentamos algún miedo, como hablar cara a cara con esa persona que nos ha agraviado…nadie sabe hacia dónde llevará el curso de la conversación ni si finalmente eso desembocará en paz y en una resolución satisfactoria del conflicto, pero, como Dorothy en el Mago de Oz, tan sólo con el “simple” hecho de haber emprendido el camino, ya habrás encontrado lo que buscas: cerebro, corazón y coraje….depende de lo que tú necesites, confía en la vida, que irá poniendo las baldosas para que llegues a tu reino, tú tan sólo preocúpate de decidir emprender el viaje y de hacer tu equipaje.

Un abrazo enorme y Feliz Día.

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