lunes, 15 de octubre de 2012

Y llegó Octubre...

Y yo me pasaba días reclamando ayuda, buscando respuestas…octubre llegó como una brisa fuerte, desmontando estructuras…haciendo limpiezas de almas y armarios…imponiendo nuevas ideas, nuevas formas de ver y sentir la realidad..y así, al tiempo que en la calle cada árbol perdía su envoltura, yo empecé poquito a poco a quitarme la mía. Y no es fácil…no es fácil sentirse indefenso sin tu “abrigo”, sin esa prenda que has vestido tanto que la confundes contigo mismo, no es fácil plantarse y decirle a tu ego: hasta aquí hemos llegado, la vida, a partir de ahora, he de vivirla en esencia, vibrando desde la verdad, mi Verdad. En el “Libro Tibetano de la Vida y la Muerte” se reflexiona al respecto…cuando una persona decide desenmascarar a tu ego, éste insiste en permanecer a su lado y continuamente ofrece motivos y razones para no ser abandonado, porque, sin él, qué nos queda? … La nada; sin él, hay un vacío, el abismo, lo incierto...y eso da demasiado miedo como para ser verdad, por eso nos aferramos a situaciones conocidas, a aquellas que, aun cuando no ofrecen la mejor versión de nosotros mismos, no suponen una amenaza porque nos movemos en terreno conocido, cómodo, confortable…se dice que si metes a una rana directamente a una olla hirviendo la rana saltará corriendo espantada fuera del agua…sin embargo, si vas poquito a poco subiendo la temperatura del agua, con la rana dentro, ésta irá adaptándose poco a poco a esa nueva temperatura y así, aunque llegues a superar la temperatura de cocción, la rana no lo sentirá como una amenaza ni como algo desagradable. Lo mismo sucede con nuestra vidas, constantemente nos vamos a adaptando a situaciones sonde nuestra esencia más pura no brilla, pero son situaciones cómodas, tranquilas, donde sabemos qué terreno pisamos y donde no tenemos que enfrentarnos al miedo paralizante de no poder ni saber definir quiénes somos (aunque, sin saberlo, seamos muchísimo más que esa simple “definición”). Hay un poema de Ruben Alves precioso al respecto: “Somos así. Soñamos el vuelo, pero tememos las alturas. Para volar, es preciso tener valor para afrontar el terror al vacío. Porque es sólo en el vacío donde el vuelo tiene lugar. El vacío es el espacio de la libertad, la ausencia de certezas. Pero es esto lo que tememos: el no tener certezas. Por eso cambiamos el vuelo por jaulas. Las jaulas son el lugar donde las certezas viven

No hay comentarios:

Publicar un comentario