miércoles, 7 de septiembre de 2011

Tu Camino, Tu Responsabilidad








No hay recetas.







Ésa es la clave, no hay recetas para nadie ni para nada. Si es cierto que cada uno tiene su camino esto no puede quedarse en tan sólo una frase hecha, efectivamente cada cual tiene su camino y cada uno, su propio mapa de carreteras.









Desde que tengo uso de razón me ha preocupado hallar la clave, la respuesta para cada uno de los interrogantes que zozobran mi mente, he pasado largas horas haciendo castillos en el aire y disquisiciones sobre éste u otro tema y todo porque sé que algo dentro de mí contiene la repuesta para todo aquello que mi ser – entendido como “ser humano” -se pregunta.







Sin embargo, cuando intento aplicar esta forma de ver a otras personas me doy cuenta de que no funciona, cada cual tiene su sendero y cada cual la responsabilidad, el derecho y el deber de explorarlo, conocerlo.







El sábado en una intensa sesión de constelaciones familiares, Amparo La Moneda le respondía así a una de las participantes: yo no puedo hallar qué es lo que te angustia, esa desazón interna sólo puede ser respondida por Ti Misma, yo puedo darte claves de cómo hallar esa respuesta, de cómo acceder a tus propios mecanismos de sabiduría, a las alforjas de tu alma, pero, lamentable o afortunadamente, la respuesta última sólo se encuentra en tu interior, en tu simiente.







Para algunas personas esto resulta frustrante a la vez que desesperanzador, ya que han decidido que ellas no tienen el más mínimo rango ni la capacidad de decisión sobre su vida y que ellas mismas no saben qué es lo que les conviene. Quizá (seguramente) eso no viene por un acto de disposición voluntaria, sino que más bien responde a una sociedad que nos ha anestesiado de tal forma que ya no sabemos ni dónde hallar la verdadera respuesta a cada situación, sin ser conscientes de que el único manual de instrucciones viene dentro de nosotros, inserto en nuestra alma.







Existen técnicas para contactar con esa verdad que se esconde dentro de nosotros, de entre las más conocidas, sin duda, la meditación o los sueños. En la meditación se establece un diálogo con tu propio mapa de rutas y, con dedicación y cariño, pueden llegar a percibirse las señales que nos guían en esta travesía.






Los sueños son otra apasionante vía de conocimiento. Desde hace ya unos meses he empezado a trabajar con ellos, a descifrar sus señales, a interpretar lo que quieren decir y hoy puedo decir que sé, sin la menor de las dudas, que se trata de un fidedigno instrumento de auto-conocimiento y que sólo necesitamos un poco de voluntad para, al acostarnos, pedir a nuestro Ser superior que se sienta libre de interactuar con nosotros y que nos envíe las señales que precisemos.






Como digo, esto, a mi juicio, debe partir de una auto-introspección, no sirve – ni es útil ni práctico – que yo descifre por ti lo que tu alma pretende enseñarte, sobre todo porque la misma situación para mí puede tratarse de un tipo de aprendizaje y para ti, de otro, y yo, con la mejor de la intenciones, puedo llegar a errar en tu camino, simplemente porque no es el mío, es el tuyo y es tu responsabilidad.






Sin ir más lejos, mi amiga y yo nos enfrentamos a una situación muy parecida, ambas llegamos a la conclusión de que la misma nos sucede para procurarnos un mayor control emocional, para no dejar que nuestro ego se salga con la suya y nos dominen los instintos, sin embargo, mis sueños me indican lo contrario, me indican que lo que para mí puede tratarse de una cuestión de simplemente desapego y aceptación para ella puede tratarse de algo más grande, como de adquirir definitivamente el control sobre su cuerpo emocional sin dejar que sus instintos afloren constante e insidiosamente desviando el curso de su barca.







El problema está en querer aplicar a ambas la misma medicina sin percatarnos de que, quizá la sintomatología es la misma pero las causas que la originan son diversas.







Las respuestas que disiparán tus dudas solamente se hallan impresas en tus propios manuales, no hay un remedio universal e infalible, sino que todos, como cajitas llenas de sorpresas, configuramos el puzzle del espíritu universal y a cada uno corresponde la responsabilidad de hallar y representar su propio camino. Para eso hemos venido.