miércoles, 9 de junio de 2010

Cada persona, su momento


Cada persona llega a ti en el momento preciso, sólo debes saber esperar, confiar y aguardar, con la convicción innata de que todo funciona según un orden preestablecido, el universo es infalible, no se equivoca, no comete errores, hay un orden universal, un cosmos integrado por miles de gotas de Luz, por energía a raudales, por un caos ordenado, por el Todo, por la Nada… y en medio de este ritmo incesante de Vida tu única obligación consiste en brillar, en irradiar tu Luz, en saberte parte de ese Todo y en saber que sin Ti y sin cada uno de los Seres que te cruzas, el puzzle estaría incompleto, el entramado que formamos, la máquina que vivimos y creamos es perfecta, tan sólo confía y disfruta la travesía…



Porque si realmente somos piezas dentro de un juego prediseñado yo sólo quiero estar bien despierta, abrir mis bonitos ojos verdes (licencia poética) y permitirme descubrir el mundo, las relaciones, las personas y lo que cada una tenga para enseñarme…o yo a ellas.



En la India, hay una etnia que no dice “Hola”, sino “yo saludo a la Divinidad que hay en ti”…porque están plenamente convencidos que cada uno de los seres que habitan la Tierra trae una misión, un algo divino, un mensaje y descubrir ese algo es tarea individual de cada uno de nosotros.



Cuando consigas ver a los ojos a alguien y no ver su cuerpo, ni sus pupilas, ni sus facciones, cuando consigas de verdad traspasar la barrera física que nos separa entenderás de lo que hablo, no veo tu cuerpo, no veo tan sólo tu mirada, ni tan siquiera observo tus gestos, veo tu alma, ese alma que esconde el cuerpo que habitas, que está llena de Luz, de energía, de optimismo, de felicidad, y está ahí, simplemente esperando a que tú le des la oportunidad de Salir y Brillar.



Si cada uno consiguiésemos ver esa divinidad en nuestro interior la vida sería una travesía placentera y no un camino de lucha, egos y poder por sobrevivir y ser mejor que el otro...si tan sólo el empeño fuese brillar, la vida sería un paisaje de luz donde cada uno brillaría con su propia tonalidad.



Hoy permítete ver más allá de las forma, del personaje, del ego, del sistema, hoy, descubre ese alma que habita al cuerpo…y, si no lo consigues, respira… y observa de nuevo, te aseguro que está ahí, esperando a ser descubierta.



Y a Ti, Vida Mía, que Te adoro, lo sabes, Hoy y Siempre.