Ir a ver a Papá Nöel

Qué te da miedo a ti? Qué miedo “debemos” enfrentar? El sábado me contaba una amiga que a su ahijada le daba miedo ir a sentarse en el regazo de Papá Noel, lo veía con desconfianza, temerosa de sus actos, de sus gestos y de sus palabras y, que el día en que finalmente tuvo que ir a entregarle su carta con sus deseos, lo hizo temblando y sin apartar la vista de su madre…pero es realmente un peligro? Sabemos que no…y eso me hizo pensar…cuántos peligros imaginarios me invento? Cuántas trabas mentales coloco a mi alrededor a lo largo del día? Peligros que tan sólo existen en mi imaginación. No son reales, como tampoco lo es exactamente la vida que vivo...por tanto, a qué tener miedo?

En la famosa película de Lewis Carrol, el personaje de Alicia capta este mensaje cuando se enfrenta a la criatura horrible llamada Bandersnatch…se dice a sí misma: “es mi sueño, estoy soñando, en realidad, no puede hacerme daño, yo decido hasta donde permito entrar”; y, es que es cierto, yo permito y concedo poder a determinadas situaciones, personas, objetos, decido qué me da miedo, qué me da consuelo, qué me da alivio, qué me da paz,…cada cosa, cada persona, cada situación todo, lo establezco en función de mi propio baremo interno, por tanto, yo puedo modificar a mi antojo mi realidad, cómo? Situando el poder en el único sitio que en realidad, le pertenece, dentro de mí, colocando la sabiduría, el control, el saber estar, el saber moverme y en definitiva, Vivir y enfrentarme a cada situación según yo elija…porque todo, absolutamente todo en la vida en cuestión de elección y no de la circunstancia externa...el miedo, si tú lo elijes así, está dentro de ti, fuera, SÓLO HAY UN ESCENARIO.

“Todo puede serle arrebatado a un hombre, menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud en una serie dada de circunstancias, de elegir su propio camino. ¿No podemos cambiar la situación? Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento” – Viktor Frankl.