“Cuando consigues aquietar el agua de la superficie, puedes ver con claridad el fondo del estanque”
Qué cierto y qué complicado, la mente, esa gran fábrica de ideas, pensamientos y deducciones, es útil para el razonamiento lógico, para crear, para deducir y extraer conclusiones...
pero a veces, es una máquina infernal, implacable, poderosa que te alimenta sin piedad de los pensamientos que desea, y, de pronto, te encuentras un martes cualquiera deseando que la vida que vives, con todas sus circunstancias, se transforme, cambie, ya no te agrada lo que te rodea ni las relaciones que mantienes y todo porque tu mente ha decidido que hoy no es un buen día para vivir tu propia vida.
Es posible detener la máquina antes de que se apodere de todo nuestro ser? ...Supongo... no, estoy convencida de que sí, sí es posible, sólo hay que, como en todo, estar dispuestos a intentarlo....a intentar identificar al pensador, tal y como dicen los grandes filósofos históricos y coetáneos....es preciso estar alerta para que cuando la mente entra a funcionar, lograr identificarla, estar consciente, presente, despierto a su actividad...y en ese momento, saber que todo lo que deduzcas no es producto de la realidad sino que es una circunstancia creada solamente por nuestra mente.
El problema radica en que no somos plenamente conscientes del poder que nuestra mente posee, y así como sabemos lo dañino que puede resultar un alimento, o el efecto que podría provocar en nosotros, ignoramos absolutamente el infinito potencial que un pensamiento puede llegar a tener en nuestro ser, la repercusión que provoca en nuestros sentimientos y en nuestras emociones y por ende, en nuestros actos.
Así que creo que es posible lograrlo o cuanto menos, intentarlo....intentar estar presente, saber identificar la actividad puramente mental cuando ésta se pone en funcionamiento, lograr aquietarla y no dejar que su frenética actividad traspase los límites mentales que le son propios, es decir, impidiendo que nos llegue al centro emocional y que posteriormente, nos induzca a actuar en consecuencia.
Date tiempo, respira, relájate, medita, siéntate, escúchate....en silencio...sin prisas...sin tiempo...y después, decide....pero lo primero, lo primero de todo, calma el agua.
Qué cierto y qué complicado, la mente, esa gran fábrica de ideas, pensamientos y deducciones, es útil para el razonamiento lógico, para crear, para deducir y extraer conclusiones...
pero a veces, es una máquina infernal, implacable, poderosa que te alimenta sin piedad de los pensamientos que desea, y, de pronto, te encuentras un martes cualquiera deseando que la vida que vives, con todas sus circunstancias, se transforme, cambie, ya no te agrada lo que te rodea ni las relaciones que mantienes y todo porque tu mente ha decidido que hoy no es un buen día para vivir tu propia vida.
Es posible detener la máquina antes de que se apodere de todo nuestro ser? ...Supongo... no, estoy convencida de que sí, sí es posible, sólo hay que, como en todo, estar dispuestos a intentarlo....a intentar identificar al pensador, tal y como dicen los grandes filósofos históricos y coetáneos....es preciso estar alerta para que cuando la mente entra a funcionar, lograr identificarla, estar consciente, presente, despierto a su actividad...y en ese momento, saber que todo lo que deduzcas no es producto de la realidad sino que es una circunstancia creada solamente por nuestra mente.
El problema radica en que no somos plenamente conscientes del poder que nuestra mente posee, y así como sabemos lo dañino que puede resultar un alimento, o el efecto que podría provocar en nosotros, ignoramos absolutamente el infinito potencial que un pensamiento puede llegar a tener en nuestro ser, la repercusión que provoca en nuestros sentimientos y en nuestras emociones y por ende, en nuestros actos.
Así que creo que es posible lograrlo o cuanto menos, intentarlo....intentar estar presente, saber identificar la actividad puramente mental cuando ésta se pone en funcionamiento, lograr aquietarla y no dejar que su frenética actividad traspase los límites mentales que le son propios, es decir, impidiendo que nos llegue al centro emocional y que posteriormente, nos induzca a actuar en consecuencia.
Date tiempo, respira, relájate, medita, siéntate, escúchate....en silencio...sin prisas...sin tiempo...y después, decide....pero lo primero, lo primero de todo, calma el agua.
Un besazo, buen fin de semana, Te quiero.
FOTO: Jardines Villa Borguese. Roma.
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