Te propongo un ejercicio muy “terapéutico”:
Cada vez que te enfades o te irrites con alguien y tu cuerpo te pida a gritos descargar esas emociones hacia esa persona por “la grave afrenta acometida”…descansa, respira (si puedes) y vete en busca de un espejo. Advierto que sólo recomiendo hacer este ejercicio en los días en que nuestra energía lo permite, es decir, en esos días en los que estamos especialmente centrados y que toleramos las auto-críticas (las, sin duda, más difíciles de soportar).
Pues bien, espejo en mano y, mirándolo de frente, es decir, viéndote directamente a los ojos, di en voz alta todo aquello que te gustaría decir a la persona que “te ofendió”…dilo, sin pensar, en voz alta, con enfado, con ira, con rabia o con la emoción que brote y, después, repite esas mismas palabras despacio, escuchando lo que dices…verdaderamente se lo estás diciendo a esa persona? No hay alguna parte dentro de ti que necesita escuchar eso mismo?
Desde aquí, desde mi sillita puedo escuchar tus gritos de: pero, qué dices? estás loca? eso nunca!..pero, con el tiempo y la paciencia necesaria, descubrirás que es cierto. La mayor parte de nuestros enfados con otra persona no son tales sino enfados con partes ocultas o no aceptadas que existen dentro de esta cajita de sorpresas que habitamos.
En el día de hoy, y por si te sirve de algo, yo lo he practicado, al menos, dos veces; al descubrirme diciendo esas cosas mi primera impresión fue de rechazo, la segunda de sorpresa y la tercera, de risa…porque, el sentido del humor es otra herramienta básica y fundamental para poder llevar a cabo este aprendizaje,..sin él, veremos la vida como una cumbre a escalar en lugar de como un círculo de sabiduría infinita donde todo está más sincronizado y articulado de lo que en muchas ocasiones nos gustaría.
Recuerda que solamente trayendo a la luz las partes de nuestro inconsciente que nos condicionan podremos sanarnos y evolucionar, porque sino, éstas harán que actuemos como títeres al merced de un guión que se escapa absolutamente de nuestro control y raciocinio. Prende la luz en la oscuridad y ésta, por pura lógica, dejará de serlo.