En cierta ocasión dos monjes iban cruzando el desierto, cuando de pronto vieron un oasis, una mujer se les acercó y les pidió si por favor podrían ayudarla a cruzar a la otra orilla puesto que tenía pánico del agua y no se atrevía a hacerlo sola....uno de los monjes dudó, miró al otro y le dijo: sabes que nuestra religión nos impide tocar a esta mujer...el otro le devolvió la mirada y sin mediar palabra se acercó a la mujer, la subió a sus hombros y la cruzó a la otra orilla...
Siguieron caminando y cuando ya había transcurrido la tarde, al llegar a su destino, el monje temeroso le dijo al otro: cómo has podido hacer eso? Has vulnerado tus mandamientos....a lo que el otro respondió: es increíble, la mujer ya no está con nosotros, ni el oasis, ni siquiera la tarde y sin embargo tú todavía la llevas a cuestas....
Cuántas veces hacemos eso mismo en la vida...cuántas veces una circunstancia que ya no existe se nos queda “impregnada” en el cerebro, en el alma, en el subconsciente y de pronto, y sin que ni siquiera te dé tiempo a percatarte de ello, se instala en lo más profundo de tu ser y habita allí, día y noche, como un fantasma que persigue el alimento de tu culpa...
Libera ese miedo, deja fluir tus acciones, son pasado, no viven ya contigo, por qué sigues queriendo retenerlas en tu memoria??? Aprende a vivir con lo nuevo, con las nuevas cartas, juega la nueva partida, apuesta a que esta vez sí ganarás el reto...
Si no permites que fluya la vida, que se liberen viejos recuerdos de tu ser, nunca podrás avanzar, porque el peso de todas esas situaciones ya vividas te impedirán continuar ligero de equipaje ...condición indispensable para atravesar ágilmente las diversas pruebas que el destino nos impone...
Cruza el río, atrévete a sumergirte en el océano y recuerda: “si pretendemos avanzar con lo que ya sabemos, nunca aprenderemos nada”
Un besazo, feliz día, te quiero.
FOTO: Bocca de la Verita (Roma)