miércoles, 2 de noviembre de 2011

"Recuperando" el pasado



Hay un extracto del libro de Florence Scovel Shinn que narra la historia de una mujer que, encandilada con el recuerdo de su baile de graduación del instituto, decide viajar a la ciudad donde en su día se celebró el baile y buscar a las personas que a él asistieron para ir todos juntos de nuevo al baile, y recordar así viejos tiempos.





En esa historia se cuenta que cuando la mujer llega al instituto su gran recuerdo se desvanece, para ella, era un edificio colosal, con una pista de baile increíble y con una orquesta estupenda…cuando llega allí el edificio parece mucho más pequeño, lo que antaño era una bonita pista de baile ahora no puede dejar de parecerle tan sólo el gimnasio adornado con cuatro guirnaldas y la gente…bueno, todas aquellas personas habían cambiado mucho, algunos ni la recordaban…se fue de allí sintiéndose muy frustrada y culpándose por haber sido tan idiota de guardar aquel recuerdo tan bonito en su memoria.




Sin embargo, lo que esta mujer no percibió es la enseñanza: los recuerdos están ahí, forman parte de nosotros y de nuestra memoria, y así debe ser, pero no justifican que queramos repetir la historia, porque esa historia sucedió y murió y por más que nos empeñemos nunca volverá a ser la misma.




Sucede lo mismo con muchas relaciones, con las personas, con los sentimientos y emociones.. a veces guardamos un bonito recuerdo de algo o de alguien y pretendemos recuperarlo, buscamos a esa persona y pedimos una segunda (o tercera) oportunidad.





Sin embargo, todo aquello que antes era (o parecía) maravilloso se desdibuja cuando intentamos llevarlo a la práctica, en la realidad lo maravilloso se desvanece y entonces, nos sentimos todavía más frustrados porque no somos capaces de repetir aquello que en otro tiempo nos hizo tan feliz, sin darnos cuenta de que eso, es, sencillamente, imposible.



Nos movemos hacia persona o situaciones que nos aportan cosas en determinados momentos de la vida y cuado la enseñanza ha concluido, es tiempo, por duro que resulte, de decir adiós. A los humanos en general nos cuesta horrores aceptar ese adiós y atesoramos miles de momentos en nuestra mente y en nuestras entrañas y justificamos constantemente el no abandonar una situación porque nos aferramos con tanta fuerza a lo conocido que afrontar el nuevo y desconocido camino da pánico.




No sé si alguna vez en la vida, tras atravesar muchas puertas desconocidas, ese miedo a lo nuevo logre disiparse, lo que sí sé, y eso lo constato cada día, que merece la pena abrir esa puerta. Aunque sean puertas pequeñas y cambios insignificantes, merece la pena abrirla y decirle sí a la vida dejando atrás todo aquello que en su día nos hizo creernos tan felices.




Meditando sobre esto, y tal y como viene sucediendo en mi vida desde hace unos años, leí en el blog de Paulo Coelho la siguiente frase : “Close some doors. Not because of pride, but because that no longer fits your life” “Cierra algunas puertas. No por orgullo, sino porque ya no encajan en tu vida”. Qué cierto.






FOTO: La foto la tomó mi amiga Zaira, en un viaje al interior de África. Me impactó que, en medio de rocas, pudiera nacer una flor de un color tan increíble. Me recuerda la canción "Via del campo" del compositor italiano Fabrizio de André: "dai diamante non nasce niente, dal letame nascono i fior": "de los diamantes no nace nada, del estiércol nacen las flores".




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