"Y el simple hecho de desearlo no cambiará nada".
Ayer estaba deleitándome con una maravillosa y tierna película “Corazones en Atlántida”. En ella, un niño de 11 años se encaprichaba con la compañía de un adulto y cuando éste decidió que era el momento de abandonar su casa y viajar a otro lugar, el niño le suplicó que, por favor, no lo hiciese, que se quedase con él, y fue inútil.
En medio del llanto del niño se ve al hombre adulto diciéndole: “sí, he de irme, no puedo quedarme y el simple hecho de desearlo no cambiará nada”.
Esa frase me dejó marcada, porque cuántas veces he hecho exactamente lo mismo sin pretenderlo?; a veces, en toda esta vorágine de la evolución se me olvida que tan sólo soy humana y que obviamente mis deseos puedo entenderlos, comprenderlos, darles sitio y espacio para expresarse pero no puedo matarlos, están ahí y quieren salir y expresarse aunque el simple hecho de desearlo y expresarlo no vaya a cambiar la realidad.
La mayoría de las filosofías budistas e hindúes que conozco abogan por la aceptación de esos deseos como un paso previo a la transmutación de los mismos, pero mi mente hoy no está concentrada en aceptar y transcender sino tan sólo en PERMITIRSE SER. Qué importante. Permitir que esos deseos existan, como parte indisoluble de mí misma, como algo que crece dentro y que clama por ser materializado.
Quizá, como el niño, me pierda en ocasiones tratando de que algo o alguien dé cumplida respuesta a mis deseos mundanos, pero no es eso al fin y al cabo la vida, vivirla?.
Hace días en medio de un debate con un amigo le decía: - por favor, si ves que algo no te parece bien, si algo de lo que yo digo o hago te hiere, por favor, comunícamelo – no, paula, no quiero comunicártelo porque no quiero condicionarte – si ni siquiera me lo dices no me condicionarás, perfecto, pero nunca me darás la oportunidad de modificar mi conducta.
Con la expresión de los deseos no abogo porque cada uno vaya a lograr lo que pretende ni porque los demás, oídas nuestras sugerencias y/o peticiones deban dar cumplimiento a nuestros caprichos y necesidades, pero lo que sí creo es que cada emoción, cada pensamiento, cada deseo debe tener un espacio para ser debatido y aceptado, sino, simplemente es como si, antes de nacer, le estuviésemos relegando a la carpetas de asuntos imposibles sin dar siquiera la oportunidad de ser materializados.
Antes de desistir de un sueño, permíteme sentirlo, expresarlo, vivirlo y ver a dónde conduce, quizá el tiempo y las situaciones te adviertan de que no es el momento o el lugar para llevarlo a acabo, pero eso es algo que nunca podrás saber si no corres el riesgo de darlo a la luz y de exponerlo al mundo. Tus deseos son parte de ti. No les niegues la vida. No te niegues tu vida.